Dos serpientes entrelazadas forman el caduceo de Hermes, úna el bastón de Esculapio, símbolos de sabiduría y curación. En el Neolítico se adoraba la diosa serpiente como símbolo de la Diosa Madre Tierra, los egipcios adoraban a deidades con forma de cobra, los aztecas rendían culto a su poderosa Serpiente Emplumada.
...Y llegó el cristianismo. La serpiente tienta a Eva a comer del fruto prohibido, la manzana del árbol del conocimiento. Eva es mujer, es débil y arrastra al inocente Adán en su pecado. Todos los seres humanos nacidos de ahí en adelante son portadores y herederos del pecado original cometido por una mujer, ávida de "comer conocimiento" Si hay alguna oración terrorífica es "Yo, pecador, me confieso ante Dios que he pecado...por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa".
Somos inocentes. Pero tenemos que aprender a hacernos responsables de nuestros actos y palabras. El matiz entre responsabilidad y culpabilidad cubre todo un abismo.
En la base de la columna anida la poderosa energía vital, la que nos pone en contacto con la Tierra, allí donde reside la fuerza sexual. La kundalini de los yoguis. Nuestra energía vital procede de la energía sexual porque es la que produce el milagro de engendrar vida. Amor sin sexo no produce vida, aunque ojalá anduvieran más juntas la enorme energía del sexo y el poder supremo del Amor.
La serpiente muda su piel cada primavera, símbolo del renacimiento, es poderosa, su veneno mata y, en su justa medida, cura. La energía vital es igual, aprende a manejarla, reconoce su poder sin servirle, cabalga el tigre de tus instintos y tus deseos. Entonces sabrás quién eres...."Y seréis como dioses"