viernes, 2 de septiembre de 2011

Soy Mujer

Es así, no conozco otra manera de sentir la vida. ¿Mejor? ¿Peor? No lo sé.

Ha sido un regalo inmenso sentir crecer la vida en mi interior y alimentarla desde mi propio cuerpo, pero ni es el caso de todas mis congéneres ni desmerece un ápice la experiencia de maternidad no biológica.

Pero no puedo evitar que me chirríe interiormente cuando sigo leyendo "el hombre se encuentra ante el desafío de desarrollar una economía sostenible con el planeta" (por ejemplo), casos en los que hombre "parece" referirse claramente al ser humano. ¿Tan difícil es? ¿Tanto os cuesta, queridos hombres? Hombres modernos, parejas modélicas que enfrentan el cuidado de la familia desde una perspectiva de igualdad, siguen refiriéndose en términos filosóficos al ser humano como hombre. Y no lo somos, incluso hay quien ha solicitado ser reconocido como género neutro.

Más de veinte siglos de filósofos hombres en aplastante mayoría nos han legado conocimiento y saber irrenunciables, valiosísimos. Pero no dejo de preguntarme ¿Si Rousseau hubiera sido mujer habría escrito "Emilio", el más hermoso tratado de pedagogía que me deslumbró tanto tiempo atrás? y no menos importante ¿Si Rousseau hubiera sido mujer habría tenido el valor de  mandar a sus cinco hijos al hospicio, como hizo, y reirse de la coherencia escribiendo "Emilio"? Sólo desde su cabeza, evidentemente, pues renunció- imagino que a costa del dolor de sus propios hijos- a la experiencia y al sentimiento de paternidad para dedicarse plenamente a ser pensador.

Las ideas, por fabulosas que sean, a menudo están sobrevaloradas. Sin sentimiento, no valen de nada.