Porque sé que a veces te duelo hasta que crees no poder más, que es imposible seguir adelante, porque hasta el hecho de respirar te hace daño. A veces, vivir duele.
Y no es por mis designios, no encuentro mayor aprendizaje en el dolor que en el bienestar. ¿Te entiendes siempre a ti mism@? ¿O, simplemente, sigues adelante sin una comprensión completa de todos tus procesos? Pues yo, Vida, a veces duelo sin saber el porqué.
Recuérdame entonces en mi mejor momento, no como la frágil y ajada osamenta que percibes en tu dolor, sino como aquella mujer enamorada, ataviada con sus más ricas galas, esperando anhelante a su amado tras una larga separación. Porque es otra de mis muchas caras, y será la que te marque el camino para abandonar las lóbregas mazmorras del pesar. Y, siempre, siempre, tienes la libertad última, incluso en tu peor momento, de elegir cómo sentirme. No me olvides nunca cuando me recuerdas luminosa, porque todo puede cambiar en el próximo instante
Una madre sabe que el dolor enorme de una contracción es la señal para empujar, que si ignorase que tras todo el sufrimiento del parto viene el milagro de una vida que sale a la luz, sería incapaz de soportar tanto dolor inútil. A veces, el dolor es la señal de que empieza una nueva vida.