miércoles, 17 de febrero de 2010

El sentido lo pones Tú

"Creo que, a pesar de su aparente absurdo, la vida tiene sentido; y aunque reconozco que este sentido último de la vida no lo puedo captar con la razón, estoy dispuesto a seguirlo aún cuando signifique sacrificarme a mí mismo. Su voz la oigo en mi interior siempre que estoy realmente vivo y despierto. En tales momentos, intentaré realizar todo cuanto la vida exija de mí, incluso cuando vaya contra las costumbres y leyes establecidas. Este credo no obedece órdenes ni se puede llegar a él por la fuerza. Sólo es posible sentirlo" Escribía Hermann Hesse en Mi Credo.
Sean cuales sean las circunstancias de nuestra vida, sólo nosotros podemos darle sentido, único y personal para cada uno. Cada día enfrentamos una elección importante: si decidimos, que pase lo que pase, estamos convencidos de que una mano negra se encuentra tras todos los acontecimientos del día, dispuesta a hundirnos. O si, por el contrario, tenemos la certeza de que la vida siempre está de nuestro lado, que en toda vivencia reside una aprendizaje. Si decidimos que, invisibles, hay unos puntos de conexión uniendo nuestras experiencias y cuyo diseño sólo se hace visible al pasar los años.

miércoles, 3 de febrero de 2010

De vez en cuando la vida...

...me lleva al borde del abismo.
Porque hoy he dicho ¡No, basta ya! ¡No aguanto más!
Porque hoy el hartazgo ha sobrepasado el miedo a perder la comodidad, las pequeñas seguridades pagadas al precio infinito de vivir en la mentira. Porque hoy quiero estar cómoda, en vez de acomodarme como buenamente pueda. Aunque no sepa cómo, ni por dónde empezar
Hoy he hecho mi elección sin vuelta atrás y me he encontrado al borde de un abismo con una figura encapuchada en lo alto de la noche negra. "Me es igual quién seas, mi furia, mi determinación de que nunca más, ha roto los límites y no temo nada. Mírame, ahora".
En ese momento la figura encapuchada se volvió, mostrando su rostro de calavera, y cayó hasta el fondo mismo del precipicio. Era mi vida vieja: ajada, agotada, un esqueleto reseco que sólo la inercia mantenía con apariencia de unidad.
Y otra figura con capa, la de una mujer bella, dulce y poderosa, me tiende la mano amable, susurrando: "Confía en mí, no mires hacia atrás". Y al fin siento en todo mi ser el viejo sueño infantil, casi olvidado, de volar sobre valles y montañas, de que no hay abismos más insalvables que el miedo a empezar de nuevo una vida con corazón. Que el miedo se desvanece al mirarlo de frente, porque igual que la calavera seca, es todo lo que fuimos pero que ya dejó de existir. Sólo cuando rompemos nuestros límites el esqueleto se hunde en el abismo y la nueva vida nos tiende la mano.
...me dejo llevar bajo su capa extendida, envuelta en la magia de la noche estrellada. El camino aparece al fin a mis pies.