Porque antes hablé de hombres que matan y violan, hombres que explotan y maltratan, hoy es el día de los auténticos hombres. Hombres de verdad, que quizás amen a otro hombre o quizás a una mujer. Hombres cuyos hijos quizás lleven sus genes o quizás provengan de un país lejano y raza distinta. Pero lo realmente importante es que aman a sus hijos.
Nada como una madre. Sobre esta certeza grabada a fuego durante generaciones, la sociedad asume el papel primordial de la mujer sobre el hombre en la custodia de los hijos, con demasiada frecuencia moneda de cambio en manos ambiciosas.
Porque también hay mujeres que parieron sin querer ser madres, mujeres que no aman a sus hijos. Y hay hombres dispuestos a dejar que el corazón se les desangre despacito por no escatimar ni una sola sonrisa a sus hijos. Hombres cuyo dolor les romperá por dentro, sin un solo atisbo de lágrima, pero no dejarán de acudir al lado de sus hijos cuando le llamen entre angustiosas pesadillas. Hombres que se empeñan en hacer felices a sus hijos. Y lo logran. Porque lo más importante que, seguro, seguro, cualquier niño necesita para crecer es amor.
Hay personas capaces de amar y hay otras que no, ésa es en realidad la única diferencia insalvable entre dos seres humanos.
A mi padre, con todo mi amor y agradecimiento, como siempre.