jueves, 7 de enero de 2010

El poder no tiene emociones

Emociones, la materia prima de la existencia humana, el tobogán por el que siempre estamos prestos a deslizarnos, el más fabuloso mecanismo de control de masas...
Pero los dioses no tienen emociones. De ahí que los antiguos intentaran en vano conmover a sus airados dioses, ajenos al tormento infligido a los humanos, siempre sintiendo. Alegría, dolor, rabia, ira, esperanza, envidia, simpatía...inlcuso enamorarse es una montaña rusa. Somos adictos a las emociones.
Observa a los modernos dioses menores, en forma de gobernantes, presidente de multinacionales, grandes banqueros o presidentes de corporaciones: tampoco tienen emociones, al menos hacia el resto de sus semejantes. Y ahí reside su poder...aunque en versión perversa.
Porque también es posible otra forma de Poder, sin el vaivén de las emociones pero con el anclaje firme y seguro de un sentimiento: Amor. No importa cuán imposible parezca definir el sentimiento en sus infinitas versiones, hay una regla sencilla: todos somos lo mismo, células de un mismo organismo. Descubramos al fin que aunque el poder carezca de emociones, puede servir a un sentimiento: Amor a la Vida y a todas las formas en las que ella se expresa.

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