jueves, 12 de febrero de 2009

Tierra siente... y recuerda

La próxima vez que visites un sitio en el que ha habido mucho dolor o mucho amor, acalla un instante tu monólogo interior, abre tu percepción....y siente.
Los humanos somos seres eléctricos, nuestro cerebro emite impulsos electromagnéticos, así como nuestras emociones. No puedes ver las ondas de radio o la conversación que viaja a través del aire para llegar a tu teléfono móvil y, sin embargo, existen. En cada lugar del planeta en el que ha habido un intenso sufrimiento la vibración eléctrica queda en el aire. La Tierra absorbe parte de ese dolor y lo conserva para que quienes visitan el lugar, si pueden, aprendan de la atrocidad de la conducta humana y vibren con la frecuencia del dolor de otro ser humano que ya estuvo antes allí.
Podemos aprender mucho del dolor, la Tierra está llena de él, de guerras, de sangre derramada, de llanto por seres queridos, pero ha llegado el momento de aprender a través del Amor, el otro gran maestro de la conciencia humana.
Pon Paz sobre la Tierra, Ama cada día, aunque sólo sea un poco, pero empieza ya. La Tierra te lo agradecerá.

2 comentarios:

  1. Recuerdo la primera vez que oí sobre eso. Fue en el bachillerato. Mi maestro de Medio Ambiente habló de la teoría de Gaia, en la que se postula que la Tierra es, en sí misma, un inmenso organismo con vida y consciencia propia.

    Tal vez en aquel momento no pasó de solo parecerme una hipótesis asombrosa, emocionante, y hasta cierto, razonable. Pero el paso del tiempo me traería al punto en el que estoy hoy y a recibir la información que hoy me tiene creyendo que estamos aqui para aprender a través de muchas vidas. Que la Tierra esta a punto de pasar por una hermosa e importante transformación.

    Y para mi es maravilloso, pues se que los accidentes no existen.

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  2. Borges decía que llamamos azar a nuestra ignorancia de la compleja maquinaria de la causalidad.

    Lo más asombroso de la hipótesis Gaia de James Lovelock es que no sólo puedes entenderla, puedes sentirla. Las culturas nativas, como los hopi, sabían porque así lo sentían, que la Tierra era la Madre, Pachamama.

    Ha sido la Madre Tierra, y no ningún otro dios, quien ha sentido el dolor de sus hijos hasta casi el desmayo. La nueva vida, la redención, también está aquí en la Tierra. La hora más oscura de la noche es el instante antes de que amanezca.

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