lunes, 16 de febrero de 2009

¿Virgen y madre?

El ideal de mujer cristiana es sencillamente imposible, excluyendo nuevos avances en la inseminación artificial.
Si el ideal de hombre cristiano era Jesús, el hijo del dios presto a morir entre terribles agonías porque así se lo ordenaba su padre, aún más difícil de emular era la mujer venerada por la cristiandad, virgen y sin embargo madre. ¿Por qué las religiones temían tanto a la mujer libre? ¿Qué valor hay en un trozo de carne, rasgada o no?
Si los dioses de la guerra se beneficiaban de un ideal masculino dispuesto a morir por "razones espirituales", también se beneficiaban del ideal de mujer casta y pura. Ya se sabe que la mujer es caprichosa y débil por naturaleza, de manera que cuanto más casta y pura, más seguros estaremos de que sólo se transmiten nuestros genes. El guerrero "necesitaba" una mujer como receptáculo de "su" simiente, engendradora de "sus" hijos y transmisora de "sus" genes. Pero sólo los suyos, la mujer siempre ha sido una privilegiada al poder asegurar sin dudas quienes eran sus hijos.
No recuerdo ningún mérito especial en la virginidad, aunque sí curiosidad y algo de miedo, realmente estaba mitificada. En cambio, la maternidad enseña a venerar la Vida, a sentirla crecer en tu interior, a saber que duele dar a luz y que sin embargo es el dolor seguido de la mayor felicidad.
Ser madre enseña que el dolor del nacimiento es el mismo de la muerte, tan sólo una separación temporal.

2 comentarios:

  1. Hay un viejo dicho: "el hombre es malo por ignorante, no por malo..."

    El tema de la madre-virgen ejemplifica a la perfección el desatino en las mentes de los hombres tras los hilos que movían a la sociedad de inicios de nuestra era. Simplemente, su cosmovisión del mundo y de Dios era inferior a las que tenemos actualmente. Naturalmente, una ideologia tan arraigada tardará seguro varias generaciones en desaparecer, con ella incluida los roles impuestos tanto a la mujer como al hombre, en las que se suprimía de esa manera que hoy parece ridícula el papel femenino en la sociedad.


    Con el nacimiento de la ciencia (apenas esta naciendo) la idea de un Dios que funge como un juez intolerante e inquisidor, es sustituida por la de un Dios arquitecto, creador de un universo con leyes y realidades multiples. Ante esta nueva cosmovisión, la mujer es incluida entre las creaciones de Dios, y por tanto, es divina, pero nunca se le ha dado semejante trato. Quizá es por eso que ahora nuestra mirada se vuelve hacia aquellas que en nuestra ignorancia hemos dejado rezagadas.

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  2. Siempre me ha producido perplejidad que sean precisamente mujeres las que dan el soporte a las religiones monoteístas: las que insisten en casarse por la Iglesia, el bautizo de los hijos, etc.

    Es como si lo relacionado con la divinidad de la Tierra, y por tanto con la mujer, como engendradora de vida, persistiera en el inconsciente colectivo como un conocimiento tabú y maligno: brujería, hechicería, ritos de sangre, etc. Parece que las mujeres hubieran acordado hace milenios permanecer silenciosas, ocupar un lugar secundario. La espiritualidad es imposible si la mitad de nuestro ser, individual y colectivo, permanece callado.

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